El coronel al mando de la evacuación de Kabul: “Siempre supimos que se quedaría gente allí y eso es muy duro”
Alfonso Álvarez explica a OKDIARIO cómo vivió el atentado de Kabul y la decepción que le supuso la falta de resistencia del Ejército afgano contra los talibanes
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La evacuación de miles de civiles afganos desde el aeropuerto de Kabul no ha sido una labor sencilla. La labor humanitaria y la salvaguarda de la seguridad de la delegación española han estado en permanente equilibrio durante todo este tiempo. El coronel del Ejército Alfonso Álvarez explica en una entrevista concedida a OKDIARIO que tras la decepcionante sorpresa de la reacción del ejército afgano llegó el momento de evacuar al mayor número de personas posible.
Álvarez asegura que el límite de tiempo para finalizar la misión de evacuación y abandonar Kabul siempre existió pero que el atentado que le costó la vida a 13 marines estadounidenses lo precipitó todo. Sin embargo, si algo le ha sorprendido ha sido ver la reacción de soldados locales que él mismo instruyó: “No ha habido ni un disparo por su parte. No se ha visto ni un uniforme. Es difícil de entender”.
Pregunta.- La labor humanitaria de la evacuación de colaboradores afganos desde Kabul era importante, pero la seguridad también, ¿verdad?
Respuesta.- Era importantísimo sí, pero estábamos bien pertrechados para ello. Los equipos que llevábamos eran de sobra suficiente, pero es que además la base estaba bien custodiada por el contingente americano. Ese contingente hizo posible que nunca hubiera problemas de seguridad. Ahora son ellos los que tienen que salir de allí. Tiene un plan preparado para salir por fases, llevarse el equipo que puedan y que no tengan más bajas. Los 13 fallecidos del otro día es una auténtica pena porque lo estaban haciendo muy bien.
P.- ¿Qué fue lo que falló entonces?
R.- Estaban conteniendo ese problema de seguridad inmediata en las inmediaciones del aeropuerto. Pero la cercanía a la población, que es necesaria para poder contenerlos, les hizo también víctimas de ese salvaje ataque terrorista.
P.- ¿Cómo vivió usted el atentado de Kabul?
R.- Precisamente cuando se produce el atentado estamos en ese momento introduciendo en nuestros aviones a los afganos que teníamos que llevar en esos dos vuelos. Justo detrás de nosotros estaba el hospital donde se estaba trasladando a los heridos y pasaban todos a nuestro lado. Imagínese lo que se veía pasar. Era terrible. Algunos de nuestros paramédicos se acercaron a echar una mano y nos contaron que las imágenes que se veían eran impresionantes.
P.- ¿Cómo ha sido el trabajo de colaboración con otros países?
R.- Nosotros los militares siempre nos ponemos de acuerdo de forma sencilla. Obviamente había prioridades de cada uno para poder sacar a su gente, pero evidentemente nos hemos ayudado. Nosotros, por ejemplo, hemos prestado ayuda al contingente portugués que era muy pequeño y no tenían capacidad para algunas situaciones y les hemos ayudado sin problema. Y a nosotros nos han ayudado los ingleses que si veían que teníamos interés en sacar gente de allí abrían un poco la mano en la vigilancia de las puertas del aeropuerto para poder introducirlos. Hemos ayudado con nuestros perros a revisar paquetes o vehículos para poder detectar explosivos. Los americanos se han volcado como siempre en cuestiones logísticas proporcionando comida, agua o munición.
La decepción del ejército afgano
P.- ¿Les ha sorprendido la inexistente reacción del ejército afgano y la toma de Kabul?
R.- Absolutamente. Yo personalmente no me esperaba esta reacción ni del Ejército, las Fuerzas Armadas, ni de la Policía ni del Gobierno de Afganistán. Yo fui el jefe del último contingente que estuvo haciendo labores de asesoramiento y entrenamiento de las Fuerzas Armadas afganas y cerramos el contingente, volví en mayo, con la convicción de que dejábamos unas Fuerzas armadas y de Seguridad afganas bastante bien instruidas y equipadas. Yo hablaba con los generales afganos y los veía personas decididas a mantener ese pulso a los talibanes y de hecho lo han estado haciendo en este tiempo. Sin embargo, llegado el momento no se ha disparado un solo tiro, no se ha visto un uniforme, ni una intención de defensa de lo que habían conseguido ellos. Ha sorprendido mucho sí.
P.- ¿Qué pesa más: el deber cumplido o pensar en los que se quedan allí?
R.- La satisfacción del deber cumplido es importante porque hemos hecho mucho en poco tiempo. Desgraciadamente se hubiera quedado gente atrás en todo caso. Desgraciadamente había que poner un límite, y aunque ya estaba impuesto en todo caso, el atentado lo precipitó, así que siempre supimos que se quedaría gente atrás. Eso es muy duro y es una pena que nos quedaremos nosotros.
P.- ¿Cómo han sido estos días de incertidumbre para su familia?
R.- He procurado contar poco a mi familia para que no se preocuparan en exceso. Es verdad que las noticias a veces no son del todo exactas así que yo trataba de orientarles y tranquilizarles. He procurado mantener poco contacto, pero es que además apenas tenía tiempo. Aun así, alguna llamada a mi mujer sí que conseguí hacer. Han estado preocupados, sí, pero la familia militar asume que tiene que asumir mis riesgos, pero al final hemos vuelto todos sanos y salvos y estamos contentos de estar de nuevo reunidos.